miércoles, 13 de enero de 2010

REVISTA SIEMPRE


Si nos atenemos a las estadísticas, la calidad de vida de la mayoría estará sufriendo una merma considerable, tanto que no sería excesivo decir que vivimos en un país que carece de rumbo y cuyo destino está al garete.


¿Tuvimos antes una meta común?


Quizás en el segundo de los tres años del periodo colonial…quizás. Nunca antes ni tampoco después. 


Pertenecemos a un espacio que la propaganda oficial enmarcó como único, excepcional (como México no hay dos) y con ello rebasó los límites de ubicación para impedirnos tener claridad y orientación.


No formamos una nación que se valide por sus resultados; nos vemos en espejos comparativos con otras latitudes y siempre encontramos la manera de justificar nuestros desaciertos, jamás aceptamos la responsabilidad colectiva porque si así lo hiciéramos, tendríamos que iniciar nuestra terapia comunitaria.


El inicio de este año, nos atrapa en el fango. Los desposeídos tendrán que cargar, una vez más, con los privilegios de ciertas minorías, la masa restante de la población, aspirará a brincar los hoyos que dejan los asaltos, secuestros y crímenes variadísimos en que el hampa se ha especializado. Todos padeceremos la mediocridad resultante de vivir sin aspiraciones de grandeza, no importa el campo o la esfera de acción en que nos movamos. Es inevitable.


A ese fardo, hay que agregar un gobierno federal y otros estatales que se unen bajo el estandarte de ver a la población como su enemigo. Por ello el caudal de impuestos, la permisividad de una corrupción que es el verdadero motor de una sociedad semiciega y la carencia del eje toral que bien podría haber proporcionado la educación integral. Vagamos como país sin procurar siquiera tener, como alguna vez tuvimos, el consuelo del paisaje cultural.


cremouxra@hotmail



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