Periódico La Jornada. México, D. F. Domingo 24 de junio de 2012, página 30
Por Roberto González Amador
Los trabajadores del mundo están pagando por una fiesta de la que no disfrutaron. Lo expone Richard Louis Trumka, minero de tercera generación que dirige uno de los más influyentes sindicatos del mundo:
El sector financiero se dio una fiesta y ahora quieren que los trabajadores paguen por ella aunque no participaron, que paguen por los platos rotos, señala.
También habla sobre la forma en que los gobiernos y empresarios, en prácticamente todo el mundo, impulsan reformas a leyes en torno al trabajo como un supuesto camino para generar más empleo: Cuando escuches que alguien habla de flexibilidad laboral como medio de crear más plazas hay que entender que esa es una palabra en código que significa acabar con derechos del sector y los sindicatos.
En la discusión internacional sobre la salida a la crisis que afecta al mundo desde hace un lustro se ha dejado de lado la dimensión humana y del empleo, dice Trumka, presidente de la Federación Estadunidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés), en entrevista con La Jornada.
Los ministros de finanzas se reúnen para hablar de austeridad, de recortes aquí y allá, pero no de la dimensión humana de la crisis, comenta el dirigente de la AFL-CIO, una organización de filiación voluntaria compuesta por 56 sindicatos de trabajadores en Estados Unidos y otros países.
La crisis financiera y económica, que ahora tiene a la Europa del euro como epicentro, inició en el sector financiero de Estados Unidos. Varios años antes de que colapsara la banca de inversión estadunidense en 2008, los bancos de ese país comprometieron miles de millones de dólares en préstamos hipotecarios sin garantía adecuada, que posteriormente convirtieron en diversos instrumentos financieros que colocaron en instituciones estadunidenses y europeas. Fue el inicio de los problemas actuales.
Para los trabajadores, la crisis se ha reflejado en desocupación, disminución real de los salarios, menor protección social y caer en una situación de mayor desigualdad, como lo reconoció en un documento reciente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El informe sobre el empleo en el mundo 2012, publicado por ese organismo, destaca que todavía existe un déficit de aproximadamente 50 millones de plazas laborales en comparación con la situación anterior a la crisis.
“Es poco probable –abunda– que durante los próximos dos años la economía mundial crezca a un ritmo suficiente para reducir el actual déficit de empleo y ofrecer trabajo a más de 80 millones de personas, que se calcula que entrarán en el mercado laboral durante ese periodo.”
Trumka, de 63 años, estuvo en México para participar en la reunión del Labour-20, un grupo que reúne a ministros de trabajo y dirigentes sindicales de los países que pertenecen al Grupo de los 20 y que sesionó en Los Cabos, Baja California Sur, como parte de la cumbre del G-20, realizada la semana pasada.
Dirigente de la AFL-CIO desde septiembre de 2009 (antes había sido el tesorero de la organización), Trumka trabajó en minas de carbón en la región de Pennsylvania desde los 19 años.
Estuvimos en México para expresar a los líderes del Grupo de los 20 el sentido de urgencia para la creación de empleo en el mundo. Para hacerles saber de la urgencia de que la gente regrese a trabajar y de que las acciones que se tomen para hacer frente a la crisis internacional se enfoquen en ese sentido, comenta en la entrevista con este diario, realizada en Los Cabos.
–El sector empresarial y los gobiernos de varios países avanzados y en desarrollo insisten en que uno de los retos que deben enfrentarse para salir de la crisis es reformar el mercado laboral. ¿Cuál es el reto para los trabajadores?
–Hay muchos retos. El primero es insistir con los dirigentes de los países de que en vez de políticas de austeridad, que son las que ahora impulsan, los gobiernos se deben enfocar a invertir y aplicar políticas para volver a la generación de empleos. Otro reto, que tenemos es enfatizar sobre la urgencia de que esto ocurra, de que es necesario que la gente regrese a trabajar. Tenemos que crear plazas laborales en el mundo de manera inmediata. Hay otro reto y es que en varios países hay una presión para tratar de eliminar los contratos colectivos.
Nosotros insistimos con los dirigentes de los gobiernos de que son necesarios los estímulos para la creación de empleo. El movimiento laboral sabe que la economía es muy frágil, pero insiste en que en vez de austeridad el enfoque debe ser sobre la creación de empleo, porque de otra forma la crisis será mayor.
–Las reformas laborales generalmente buscan retirar derechos a cambio de la promesa de que eso generará más empleo. Así ha sido en Europa, esa es el mismo planteamiento que hacen unos sectores en México. ¿Cuál es la posición de la AFL-CIO sobre este tema?
–Flexibilidad laboral es una palabra código para tratar de eliminar a los sindicatos. Es de lo que estamos hablando: tratan de que los trabajadores paguen por un problema que no crearon. El lado opuesto, el sector financiero, fue el que se dio una fiesta y ahora quiere que los trabajadores paguen por ella, aunque no participaron, que paguen por los platos rotos. Nosotros nos oponemos.
–¿En un momento de crisis de empleo qué significa que este tipo de reformas progresen?
–Si las leyes laborales se debilitan, eso quiere decir menos progreso, menos beneficios, menos oportunidades y salarios más bajos, así como menos voz para los trabajadores.
–¿Hay una cooperación internacional entre sindicatos para evitar que esas reformas progresen?
–Absolutamente. Es lo que hace la Confederación Internacional de Asociaciones Sindicales. Contamos con 150 millones de afiliados en 135 países para tratar estos temas. En la AFL-CIO tenemos un equipo de tiempo completo para esta coordinación y representantes en 35 países, como México y Colombia, para garantizar que se empuje en contra de este tipo de reformas. Nuestra misión es ayudar a los trabajadores en estos países a tener una voz más fuerte y capacidad de negociación.
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